En el siglo XIX los
misioneros se preocuparon mucho por china ya que en ella existían muchos niños
los cuales no tenían comida, vestimenta y algún ni siquiera lugar donde vivir,
se fijaron especialmente en las niñas ya que la gran mayoría era abandonada por
sus padres.
Así se
expresa un misionero en una de sus cartas:
"Me encuentro rodeado, Aún
sin saber cómo, de una decena de niños, unos de pecho, otros de dos, tres,
cuatro años de edad; cubiertos unos de sarna, otros llenos de granos. Los
pobrecitos no saben más que comer y llorar : Es necesario buscarles comida, y
pagarla; pero entre tanto, para que no se mueran de hambre, me veo obligado a
hacerles yo mismo un plato de harina y azúcar; luego tengo que vestirlos,
curarlos, lavarlos, abrigarlos; en fin hacer con ellos de madre... Dios me da
fuerzas para sostener tantos niños, pero si no soy socorrido con alguna
limosna, moriré con ellos."
Una
persona al ver la falta de beneficios hacia los niños decidió abocarse a eso,
esa persona fue Paulina Jaricot quien hablo con Monseñor Forbin Janson para que
creara una Obra especial y se interesó en el proyecto de Mons. Forbin Janson el
cual era: Ayudar a los niños a través de los niños. Paulina definió la "Santa Infancia" como la obra de la
Propagación de la Fe para los niños. El objetivo de esta obra consistía en ayudar
a los niños, trabajo que se haría a través de los mismos niños cristianos.
La obra se fijó primeramente en
china ya que su fundadora estaba en contacto con los misioneros de dicho país,
y ellos les contaban como morían los niños abandonados o desatendidos.
Sus 3 objetivos principales
fueron:
1)
Liberar de la muerte y de la miseria las vidas de los niños.
2)
bautizarlos y educarlos cristianamente.
3) prepararlos
para ser apóstoles y orientarlos a la vocación misionera.
Mons.
Forbin Janson estaba convencido que un niño debía de ser ayudado ya que al
igual que todos es un hijo de Dios y supuso que muchos de esos niños podrían
acercar más personas a la iglesia Católica.
Mons. Forbin Janson falleció el 11 de julio de 1844. La respuesta
al llamado de Mons. Es sorprendente. En unos pocos años, esta obra de ayuda a
los niños de los países paganos se propaga, no sólo en Francia, sino en Europa
y luego en América del Norte, para llegar más adelante a América Latina y Asia.
Su implantación en África la cual fue la más lenta.
Es
posible afirmar que, desde la segunda mitad del siglo XIX hasta nuestros días, gracias
a la “Infancia Misionera”, millones de niños han sido sensibilizados y se han
comprometido en este movimiento de solidaridad espiritual y humana a la vez,
para que se reconozca a otros niños la dignidad de personas y la vocación como
hijos de Dios. En el año 1922 pasó a formar parte de las Obras Misionales
pontificias.
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